Resumen:
Basándonos en la Norma Oficial
Mexicana 059 de SEMARNAT, que establece los parámetros para considerar a una
especie dentro de las diferentes categorías de riesgo, podemos encontramos que
actualmente más de la mitad de las especies de mamíferos silvestres que viven
en México son reconocidos en algún nivel de peligro de extinción. La mayoría de
las especies de mamíferos mexicanos la componen los pequeños, como roedores y
murciélagos. Éstos, al igual que otros animales de pequeña talla, se encuentran
en peligro de extinción por la destrucción masiva que se está haciendo de los
hábitats naturales. Es imposible hacer un recuento detallado de las causas y
situaciones de peligro de todos los mamíferos, pero presentamos datos sobre dos
grupos importantes y poco conocidos: los mamíferos marinos y los grandes
carnívoros, los cuales son dos grupos particularmente vulnerables por distintas
razones. Palabras clave: mamíferos en peligro, cetáceos, pinnípedos, grandes
carnívoros, causas de riesgo.
Introducción:
Desafortunadamente, al comenzar
el siglo XXI la mayoría de las especies mexicanas de mamíferos pueden
considerarse en peligro de extinción, amenazadas o al menos con problemas de
conservación. Esto se debe a la gran devastación que hemos hecho de bosques,
selvas, desiertos, arroyos, playas, mares, etcétera, en los que, aún sin
intención, hemos destruido los hábitats de un gran número de especies. La Norma
oficial mexicana (NOM-059-2001-SEMARNAT) proporciona una lista de 295 especies
y subespecies de mamíferos en alguna categoría de riesgo. Cervantes et al.
(2003) menciona 450 especies de mamíferos terrestres, y Ceballos y Oliva (2005)
reportan 525 especies, reconociendo 230 especies mexicanas en riesgo.
Cualquiera de los datos que tomemos nos dice que aproximadamente la mitad de
las especies de mamíferos mexicanos tienen algún tipo de amenaza para su
conservación. Esto es sumamente grave, ya que de no darse un cambio en las estrategias
de desarrollo, toda esta riqueza se podría perder en muy poco tiempo. Desde endentados
(Orden Xenarthra) como los armadillos, hasta cetáceos (ballenas), México es
rico en mastofauna. Si bien por número de especies destacan los roedores
(ratones) y quirópteros (murciélagos), en nuestro territorio habita una gran
diversidad de animales que toman leche al nacer. En la biodiversidad de grupos
de mamíferos encontramos, además de los ya mencionados, a los marsupiales
(tlacuaches), pinnípedos (focas y leones marinos), lagomorfos (conejos y
liebres), ungulados (venados), perisodáctilos (pecarís), insectívoros
(musarañas) y los muy especiales sirénidos (manatíes). Lamentablemente en todos
estos grupos encontramos especies en peligro de extinción o gravemente amenazadas.
Causas generales:
A pesar de que resulta muy difícil englobar
las causas de desaparición de las especies, podemos decir que en la mayoría de
ellas se debe a la destrucción del hábitat en nuestro país. México tiene
influencia tanto del norte como del sur. Esto hace que se encuentre entre los
cinco países megadiversos del planeta; sin embargo, debido a muchos factores
estamos deteriorando seriamente las selvas del sur, al igual que los bosques y
pastizales del norte, incluyendo por supuesto playas, manglares, etcétera,
reduciendo así la capacidad de los animales por encontrar sitios adecuados para
su sobrevivencia y reproducción. La cacería ilegal sigue siendo un grave
problema: la falta de regulaciones efectivas e incentivos, propician que muchos
pobladores salgan a cazar sin una regulación de temporada, época reproductiva,
etcétera. Muchos aún justifican en la caza de subsistencia las cacerías sin
control ni beneficio para las poblaciones. Por otra parte, aún persisten
también algunas cacerías con fines religiosos. Si bien es innegable que poco a
poco ha habido un cambio, en parte por contar con leyes más estrictas como la
ley de equilibrio ecológico, apoyadas por convenios internacionales como el
Convenio Internacional de Comercio de Especies (CITES) o simplemente porque la
defaunación ha hecho cada vez más difícil encontrar piezas, aún falta mucho
para regular esta actividad. Así, la mayoría de las especies en peligro de
extinción o amenazadas tienen esta condición porque sus hábitats específicos están
desapareciendo. Para muchas de ellas esto se debe a que tienen en sí
poblaciones pequeñas, adaptadas a condiciones muy particulares en la gran
cantidad de microambientes que se forman en el territorio nacional, gracias a
que éste se encuentra en una zona de transición sur-norte.
Grupos particulares:
La gran mayoría de los pequeños mamíferos
(roedores, quirópteros, pequeños carnívoros, etcétera) ven en la destrucción de
su hábitat la principal causa de su desaparición; sin embargo, es importante
destacar dos grupos, que no son los más numerosos pero sí importantes por las
interacciones que tienen con el ser humano y la poca atención que se les ha
prestado en sus problemáticas de conservación: los mamíferos marinos y los
grandes carnívoros.
Mamíferos marinos:
En nuestro país están presentes
prácticamente todas las familias de cetáceos, excepto los delfines de río como
el del Amazonas, la súper familia Platanistoidea; la beluga y el narval,
Monodontidae, y la ballena franca enana, la única de la familia Neobalaenidae.
En cuanto a los pinnípedos, de las tres familias sólo falta la de las morsas,
Odobenidae. Sin embargo, es interesante notar que la costa occidental de Baja
California fue escenario para la evolución de las morsas, pues allí se han
encontrado fósiles de estos organismos. En la familia Balanopteride (verdaderas
ballenas) la NOM reconoce 7 especies, 6 de las cuales están bajo el régimen de
protección especial y una en peligro; 18 miembros de la familia Delphnidae
(delfines y orcas); 2 de la familia Keogidae (Cachalotes); 2 de la familia
Phocoenidae (marsopas), entre ellas la vaquita marina, y, finalmente, 5 de la
familia Zifinidae (ballenas picudas). Prácticamente todas estas familias están
bajo protección especial, porque la gran mayoría de las especies de cetáceos
usan las aguas mexicanas como lugar de procreación. Casi todas las especies,
además, han sufrido cacerías intensivas, en su mayoría fuera de las aguas
mexicanas y tienen bajas tasas reproductivas. Estos estatus de protección
corresponden frecuentemente a acuerdos internacionales. Un caso especial son
los delfines y las marsopas, como la vaquita marina, frecuentemente atrapados
en redes de pescadores en las que perecen por asfixia. Los pinnípedos (focas y
lobos marinos), que habitan sobre todo en las costas de la península de Baja
california, ven afectadas sus poblaciones por diferentes causas, como son la
destrucción de sus hábitats, pues muchas de las playas se están transformado
rápidamente en destinos turísticos, o bien se ven influenciados por éstos, por
lo que los animales ya no encuentran en esas playas sitios a salvo para la
procreación. La contaminación de los mares y las malas prácticas de pesca
también son factores para la desaparición de estas especies. Dos miembros de la
familia Otaridae, el lobo marino de california y la foca de Guadalupe, aparecen
en la Norma, el primero bajo protección especial y el segundo, en peligro. La
familia Phocidae, del elefante marino (Mirounga angustirostris), aparece como
amenazada; la foca común (Phoca vitulina), está bajo protección especial, y la
foca monje del Caribe (Monachus tropicales), aparece como extirpada del medio
silvestre.
Los grandes carnívoros:
México presenta una gama de
carnívoros dentro de su mastofauna nativa. Tenemos varios representantes de los
carnívoros, los cuales podemos dividir, arbitrariamente, en dos grupos: los
pequeños carnívoros, dentro de los que encontramos a los zorrillos, las
comadrejas, los cacomixtles, etcétera. Éstos se encuentran en peligro de
extinción, principalmente por la destrucción de su hábitat, o bien por la caza
directa; sin embargo, en la mayoría de los casos estos animales tienen tasas de
reproducción relativamente altas, que les permiten sobrevivir aún en zonas con
alta presión humana, en pequeñas áreas naturales. Estos micro-carnívoros
consumen en su mayoría insectos, aves, reptiles o algunos mamíferos de menor
tamaño. Cuando llegan a tener interacción con el hombre, normalmente es porque
consumen huevos, gallinas o pollos, ocasionando pérdidas económicas a los
campesinos de escasos recursos económicos, aunque el daño no es importante en
términos económicos. El otro grupo de carnívoros importante en México es el de
los denominados megacarnívoros o carnívoros de gran tamaño. Estos
mega-carnívoros suelen tener mayor cantidad de encuentros con el hombre y su
condición de consumidores de carne hace que frecuentemente esas interacciones
entren en el plano de los conflictos, ya que actúan en mayor grado con el
ganado doméstico y muy escasamente causan la muerte directa de los seres
humanos. Estos conflictos se ven incrementados en número e intensidad por la
destrucción de los hábitats nativos y por la destrucción consecuente de las
presas tradicionales de los mega depredadores, por lo que la caza ilegal (en
ocasiones promovida por los gobiernos) ha sido un factor importante para que en
la actualidad los grandes carnívoros mexicanos estén en gravísimo peligro de
extinción, a pesar de que muchos de ellos deberían ser motivo de orgullo
nacional.
Felinos:
De los seis felinos silvestres
(Cervantes et al. 2003) que habitan el territorio nacional, el más conocido es
el Jaguar (Panthera onca). Esta especie de origen tropical ha sido reconocida
como el más poderoso de los depredadores, de ahí que los antiguos pueblos mesoamericanos
dieran gran importancia a su presencia (Armella et al, en prensa). Este bello
animal se distribuía en todas las zonas tropicales de México. Aunque
actualmente se ha encontrado en todo el sureste, principalmente en Chiapas,
Quintana Roo y Tabasco, se le ha localizado en estados del norte como Sinaloa,
mientras que en el Golfo se han reportado jaguares casi hasta la frontera con
Estados Unidos y es posible que entren en ese país. Como en el caso de muchos
otros felinos, no se conoce realmente la situación real del estado de
conservación de esta especie, entre otras causas porque, como todos los felinos
americanos, es solitario y tiene hábitos nocturnos, además de ser sigiloso por
naturaleza. Gracias a esto prácticamente se conocen los ejemplares que interactúan
con el hombre, desgraciadamente casi siempre de manera negativa. Si bien el
jaguar fue cazado extensivamente por su piel, las fuertes regulaciones tanto
nacionales como internacionales, acerca del comercio de pieles, han tenido un
impacto positivo en la disminución de la caza furtiva. Sin embargo, la cacería
ilegal aún se presenta pretextando la depredación que causan o pueden causar
sobre el ganado. El Puma (Felis concolor) es un felino que habita en los
bosques del norte del país, de donde es originario, y ha migrado hasta el sur
del continente. Siendo la única especie, la falta de hábitat ha hecho que las
pequeñas poblaciones que aún existen emigren hacia hábitats más tropicales. Su
situación es quizá más desconocida que la del Jaguar. Es la única especie de
los felinos que no aparece en la norma oficial bajo ninguna condición de
riesgo. Para la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, esta
especie es considerada como de “ultima preocupación” (least concern), lo que
quiere decir que no se encuentra en grave situación de conservación, debido
principalmente a su amplio rango de distribución, aunque es importante hacer un
seguimiento de sus poblaciones. De los pequeños félidos el jaguarundi
(Herpailurus jaguarundi) es la especie que se encuentra en mayor peligro de
extinción. Es reconocida como amenazada, a pesar de que como especie tiene una
distribución que abarca el sur de estados Unidos (Texas, Arizona y Florida) y
llega hasta el sur del continente. Por ser de tamaño pequeño su alimentación se
restringe a vertebrados chicos, y debido a sus hábitos de vida al interior de
las selvas húmedas, es poca su interacción con el ser humano. Los dos pequeños
gatos manchados: el magray (Leopardos weddii) y el ocelote (Leopardus
pardalis), están en la característica de en peligro. Estos animales, que no
rebasan los 10 kg de peso, viven en las zonas selváticas, desde el sur del país
hasta Sudamérica. Son perseguidos por sus pieles, aunque, como en el caso del
jaguar, este comercio ha disminuido. Al igual que los otros gatos, sus hábitos
nocturnos y su hábitat al interior de las selvas hacen muy complicado dar un
reporte confiable de la condición de sus poblaciones (Ceballos y Oliva, 2005)
El lince o gato montés (Lynx rufus) no aparece en la lista de la Norma oficial
Mexicana. Su presencia en México suele ser confundida con los gatos ferales,
gatos domésticos que por su tamaño y coloración abandonan el entorno humano
para convertirse en silvestres. De ahí que existan pocos reportes sobre la
especie, a pesar de no encontrarse “oficialmente” en peligro. Debido a la
disminución de su hábitat natural y la presencia misma de gatos domésticos con
los que esta especie puede entrecruzarse, en algún momento puede desaparecer.
Osos:
Otro grupo importante de grandes
carnívoros es el de los osos. En México alguna vez habitaron las dos especies
de grandes Ursidos Americanos: el Grisli (Ursus arctos) y el Oso Negro (Ursus
americanus). El primero aparece en la NOM-059 con el estatus de extirpado del
medio natural. En México no se conoce la presencia de esta especie desde los
años sesenta del siglo XX. La subespecie que habitaba en nuestro país era el
Ursos arctos nelsoni, cuyas descripciones indican que era enorme, pues
alcanzaba hasta 1.90 m de alto, parado en dos patas, y más de 300 kg de peso.
La principal razón de su desaparición fue la cacería indiscriminada, aunada a
su bajo potencial reproductivo. Por ser un carnívoro cazador se le atribuyó la
destrucción de ganado en el norte de México. La especie que se mantiene en
México es el Oso Negro. También es carnívoro y se sabe que puede cazar y
depredar ganado. La mayoría de sus hábitos alimenticios incluyen bayas, frutos
y varios vegetales, por lo que es percibido como una amenaza menor para la población
humana. En la norma oficial mexicana esta especie figura como “en peligro y en
la modificación que se hizo en el 2008, se reconoce a la población que habita
en la Sierra del Burro, en Coahuila, como de protección especial. Encontrarse
esta especie en el apéndice II del CITES (Convenio Internacional de Comercio de
Especies) indica que puede ser objeto de cierto nivel de comercio, ya que en Norteamérica
existen poblaciones importantes en el medio silvestre, lo que significa que la
especie no está en grave peligro a nivel mundial. A pesar de esto la especie
está considerada dentro de los programas de protección especial del convenio Canadá-Estados
Unidos-México para su protección. Recientemente varios indicios permiten
suponer que esta especie puede estar presentando un regreso importante
(Doan-Crider y Hewitt, 2005), particularmente en el norte del estado de
Coahuila, en la llamada Sierra del Burro. Resulta interesante lo reportado por
DoanCrider (2002), en el sentido de que ganaderos privados permitieron la
presencia de osos en sus ranchos. Al unir sus tierras crearon una superficie lo
suficientemente amplia para que esta especie se reproduzca e, incluso, sirva de
apoyo genético a las poblaciones del Parque Big Bend, en Texas. Es por esto que
la NOM-059 resalta el valor específico de esta población.
Cánidos:
La familia de los cánidos es la
tercera de los grandes depredadores. Cervantes et al. Reconocen cuatro especies
de esta familia: el coyote (Canis latrans) y la zorra gris (Urocyon
cineroargentatus) no están considerados en peligro por la NOM-059-2001. Son
especies muy adaptables y esquivas, con altos potenciales reproductivos y
omnívoros, por lo que pueden comer prácticamente lo que sea. Dos especies más
de la familia cánide sí aparecen en la Norma: la zorra del desierto (Vulpes
velox), de la cual se reportan 6 subespecies, todas bajo el criterio de
amenazadas. Su distribución reducida, tamaño pequeño y hábitat específico,
hacen que esta especie esté en peligro de extinción. El lobo mexicano es el último
de los grandes carnívoros que está considerado por la NOM- 059 como extirpado
del medio natural. Los últimos ejemplares de que se tenga evidencia científica,
fueron capturados a finales de la década de los setenta en Durango y Chihuahua.
Desde entonces los escasos reportes de aullidos o avistamientos no han podido
ser comprobados. Esta especie, quizá la más carismática de todos los mamíferos,
tiene una subespecie prácticamente exclusiva de México: el lobo mexicano (Canis
lupus baileyi), que se encuentra en estado de conservación. Actualmente la
SEMARNAT (2009) la tiene como una de las especies prioritarias para la
conservación. Tiene un plan piloto para reintroducir un número limitado de
ejemplares en el noroeste del país, en las zonas altas de la Sierra Madre
Occidental, que permita recrear uno de los ecosistemas de esta zona del país.
Como ninguna otra de las especies mencionadas, el lobo mexicano tiene una
historia de recuperación que demuestra que el trabajo decidido y en conjunto da
resultados importantes. A partir de sólo cinco lobos capturados, más unos
cuantos más que se encontraban en un rancho texano y algunos albergados en el
zoológico de San Juan de Aragón, se cuenta ahora con más de 300 en zoológicos
de México y Estados Unidos. El proyecto tenía el objetivo de reestablecer al
menos una población de esta especie en su área original de distribución (Álvarez,
et al., 2003). El lobo, como ninguna otra especie de mamífero, fue perseguido,
cazado, envenenado y exterminado en México, principalmente por la depredación
que causó está muy adaptable especie sobre el ganado ovino, vacuno y caballar,
además de ser la causante, como se le atribuyó, de la diseminación de la rabia
entre los perros domésticos (González et al. 2004). Los esfuerzos por su
recuperación se vuelven todavía más importantes ante el cambio de actitud para
reconocer que su desaparición, como la de cualquier otra especie, es una
pérdida irremediable, mientras que los programas para recuperar ésta se hacen
necesarios. El ejemplo del lobo mexicano puede ser seguido para otras especies
como el oso y el jaguar, que si bien sus poblaciones no se han reducido tanto
como las del lobo, sí han visto mermadas las áreas en las que antes era común
observarlos.
Conclusiones:
En general, debido a lo complicada
que es la conservación de los mamíferos en México en los albores del siglo XXI;
el incremento en la población humana, y la destrucción intensiva de las zonas
naturales, en gran medida por problemas de corrupción y la falta de compromiso
con la naturaleza, se reducen cada vez más los hábitats en que viven los
mamíferos silvestres grandes y pequeños. Si bien el cambio de actitud mostrado
por algunas autoridades y la existencia de leyes e instrumentos jurídicos cada
vez más estrictos, permiten albergar la esperanza de que muchas de las especies
encontrarán refugio para estar a salvo y sobre vivir, es claro que solamente a
través de la educación ambiental de la población; la generación de opciones
productivas como el ecoturismo, y los aprovechamientos sostenibles, se
encontrarán estos sitios de manera más sencilla. Los mamíferos siempre serán
una parte importante en la ecología de los ecosistemas que habitan, pero por su
cercanía biológica con el ser humano también serán un importante atractivo para
fomentar actividades de interés ambiental, basadas en la observación, la
escucha y la interacción con estos maravillosos animales.
Bibliografía:
Alvares V., R. C., R. G. González
G., L. Yáñez L. y M. A. Armella. 2003 Historia, biología y conservación de un
símbolo olvidado de México: El lobo gris mexicano Ceballos, G. y M. G. Oliva
2005 Mamíferos Silvestres de México Ed. CONABIO. Doan-Crider D. y D. G. Hewitt,
2005 El Oso Negro regresa de Manera Natural. CONABIO Biodiversitas No 63: 1-5
Doan-Cider. D. 2002, Por el camino del Oso. Especies enero-Febrero pgs 2-8 Ed.
Naturalia EMC=Cosmos 2009: Enciclopedia delas ciencias y la tecnología en
Mxico, Ed. Universidad autónoma Metropolitana y CONACyT Galindo Leal, C. 2009
Panthera onca Editorial UAM SEMARNAT, 2009. Programa de Acción para la
conservación de la Especie lobo gis Mexicano, (Canis lupus bailey) Referencias
electrónicas Norma OFICIAL MEXICANA:
http://www.semarnat.gob.mx/leyesynormas/Normas%20
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http://207.249.181.113/participacion/IMG/pdf/2008_12_05_Proyecto_Modificacion_
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http://www.wwf.org.mx/wwfmex/esp_osonegro.php
http://www.conanp.gob.mx/pdf_especies/PACE_LOBOMEXICANO.pdf
http://www.conanp.gob.mx/pdf_especies/pace_jaguar.pdf
http://www.conanp.gob.mx/pdf_especies/PACEvaquita.pdf
Reflexión:
Hace un poco más de cinco décadas
los naturalistas comenzaron a emplear el concepto de “extinción” y éste empezó
a hacerse cada vez más popular para designar un fenómeno que la actividad
humana estaba provocando en todo el planeta: la desaparición de especies
de la flora y la fauna silvestres. La expansión constante del humano
sobre la naturaleza, origina la destrucción de la cadena alimenticia animal,
desequilibrando el status quo de las especies, inclusive al humano, quien
subsiste gracias a la madre naturaleza, al igual que todas las especies, con
diferencia de que la nuestra, es la única que daña al ambiente.
La extinción de los animales y el peligro de
extinción de los animales es un problema que tenemos que solucionar para lograr
mantener las especies animales para futuras generaciones
La vida silvestre es un claro ejemplo de la estrecha relación entre cada uno de los componentes de un ecosistema, ya que la eliminación de cualquier especie acaba provocando el desequilibrio de los ecosistemas y la destrucción de fuentes de investigación científica. Por eso es necesario cuidar y respetar nuestro planeta y a todos sus habitantes.
La vida silvestre es un claro ejemplo de la estrecha relación entre cada uno de los componentes de un ecosistema, ya que la eliminación de cualquier especie acaba provocando el desequilibrio de los ecosistemas y la destrucción de fuentes de investigación científica. Por eso es necesario cuidar y respetar nuestro planeta y a todos sus habitantes.
El interés de escoger este
tema surge por la curiosidad de conocer con cuales especies animales estamos
acabando en México. Así tratar de ayudar
un poco de la manera que esté a nuestro alcance por ejemplo con la difusión de
la especies en riesgo de desaparecer, porque quizá nosotros no matamos a
ninguna especie directamente y con la divulgación de este tema se pretende que
llegue a personas que si matan especies en peligro sin saber lo que están ocasionando.
Este articulo trata de hacer conciencia
que es lo que puede pasar en un futuro si alguna especie pasa de estar en
peligro de extinción a extinto.
Animales extintos en México.
Roberto G. de la Maza E.*
*Asesor del Instituto Nacional de Ecología. Av. Revolución 1425, nivel
37, Col. Tlacopac, México, D.F., C.P. 01040, Tel:624-35-61
*Asesor del Instituto Nacional de Ecología. Av. Revolución 1425, nivel
37, Col. Tlacopac, México, D.F., C.P. 01040, Tel:624-35-61
De la Maza describe algunos de los animales que han desaparecido de
nuestro territorio, principalmente en lo que va del siglo, y recupera también
la descripción de Clavijero sobre la extinción en el siglo XVI.
La desaparición de formas de vida es un hecho que se presenta paulatinamente a lo largo de la historia y que se asocia a la misma dinámica que nuestro planeta ha tenido a lo largo de su evolución. Las causas que desencadenan la extinción de una especie son muy variadas, pero podemos mencionar algunas que ya están sido identificadas y en proceso de estudio.
Uno de los principales factores de extinción consiste en que las condiciones que permiten la vida de una o varias especies se modifican, como ocurrió en nuestro país hace aproximadamente siete mil años, cuando las lujuriosas praderas que existían en el Altiplano fueron sustituidas por desiertos al entrar el período Xerotérmico. De esta manera, desaparecieron las praderas con todas sus especies vegetales y arrastraron a la extinción a una multitud de grandes herbívoros asociados: mamuts, mastodontes, camellos, armadillos gigantes, caballos y llamas. Al desaparecer los herbívoros, los grandes depredadores que dependían de su carne también entraron en crisis y se extinguieron: entre ellos tigres-sable, varias especies de lobo y chitas americanos.
Otro factor importante consiste en la depredación selectiva que una especie dominante realice sobre otras. De esta manera, entre el siglo XVI y el siglo XIX, muchas especies de herbívoros de las praderas, que habían resistido la crisis Xerotérmica se vieron presionados por la cacería que los habitantes de nuestro país practicaron sobre sus abundantísimas poblaciones y, ahora, están prácticamente reducidos a poblaciones inviables. Así, tenemos a los berrendos cuya población sumando las tres razas que sobreviven en Baja California, Sonora y Chihuahua, no sobrepasa los quinientos ejemplares.
Por una retrospectiva sobre la escasa información que se tiene de animales extintos en México, podemos ver que los primeros testimonios vivos nos los ha legado el ilustre Francisco Javier Clavijero. Desgraciadamente, estos animales fueron exterminados antes que Linneo iniciara con la sistemática investigación, por lo que carecen de nombre científico; y su estatus, así como su posición taxonómica, será siempre un misterio. El primero de ellos es difícil de definir; el segundo, parece ser una raza de perro.
"Techichi" :
"...era un cuadrúpedo que había en México el cual por su figura, semejante a la de los gozques europeos, llamaron perro los españoles. Era de aspecto triste; no ladraba jamás ni se quejaba aunque lo aporreasen. Su carne era comestible, y si creemos a los que la gustaron, de buen sabor y nutrimento. Después de la conquista de México, faltando a los españoles ganado de cuya carne se alimentaban, hicieron de aquellos cuadrúpedos el abasto de sus carnicerías, con lo cual acabaron con la especie, a pesar de ser muy numerosa".
"Izcuintepozotli" :
"...era de la grandeza de un perrillo de Malta, cuya piel era variada de leonado, blanco y negro. Su cabeza pequeña a proporción del cuerpo y que parecía unida a él inmediatamente por la suma pequeñez y grosura de su cuello. Sus ojos apacibles, sus orejas caídas y su nariz con una considerable prominencia en el medio. Desde el cuello se le levantaba una corcova, que se extendía hasta sus ancas. Su cola era tan pequeña que apenas alcanzaba a la mitad de las piernas. El país propio de este animal era el reino de Michoacán, en donde lo llamaban "abora"...". El autor indica que difería del "xoloitzcuintli" por ser mucho más pequeño y por tener pelaje; y que, para fines del siglo XVIII casi se había acabado, pero no menciona nada acerca de la causa de su desaparición.
Entre los investigadores actuales continua el registro de especies que desaparecen de nuestro país, aunque sus datos y descripciones no son tan coloridas como las de Clavijero. La situación no deja de ser dramática.
Lobo mexicano del Noreste (Canis lupus monstrabilis):
Esta subespecie de lobo se encontraba en Tamaulipas y Nuevo León, en la zona semidesértica del plano costero y las sierras y serranías. Su extinción se debió a la implacable cacería y trampeo a la que fue sometido debido a que atacaba los hatos ganaderos.
Foca monge del Caribe: (Monachus tropicalis):
Se encontraba en el Golfo de México en los cayos, arrecifes y lagunas costeras, en el siglo XVI Hernán Cortés la refiere como una especie común. Su extinción se debió a que, a partir de un naufragio ocurrido durante la conquista del reino de Pánuco en 1523 , los marinos que hacían expedición por la costa del Golfo las cazaron, para aprovisionarse de carne y grasa, hasta exterminarlas. El último lugar en donde se registraba esta especie era el arrecife de Triángulos en Yucatán. Ahora sólo nos queda el nombre de "Isla de Lobos" en las cercanías de la Laguna de Tamiahua como testimonio de su existencia.
Cóndor Norteño (Gymnogyps californianus):
Esta majestuosa ave se encontraba en las montañas del norte de Baja California. La especie se halla hoy en inminente peligro de extinción, pues aun en California su población es mínima.
Carpintero imperial (Campephilus imperialis):
Este pájaro carpintero se hallaba ampliamente distribuido en los bosques de pino desde Sonora y Chihuahua hasta Michoacán. No se ha vuelto a encontrar. Héctor Gómez de Silva indica que los ornitólogos tienen la hipótesis de que esta especie dependía para su subsistencia de los árboles más altos y viejos de los bosques, mismos que fueron los primeros en ser aprovechados por la extracción forestal. Al exterminarse los árboles viejos y corpulentos de su área de distribución el nicho ecológico del que dependía esta ave desapareció junto con la especie.
Zanate de Lerma (Quiscalus palustris):
Esta era una especie de ave endémica y restringida a la Ciénega de Lerma, en el Valle de Toluca, Estado de México. Su extinción se debió al crecimiento de la ciudad de México, ya que al utilizarse el agua de los manantiales del río Lerma para atender la demanda de agua potable de su población las áreas lacustres, pantanos y Ciénegas desaparecieron paulatinamente, y con ellos, esta ave. Anea de Schaus (Memphis schausiana):
Especie de mariposa diurna que sólo se conoce debido a unos cuántos ejemplares que fueron colectados por W. Schaus en las cercanías de Coatepec, Veracruz, a fines del siglo XIX. Era grande, la superficie dorsal negra con campos azul/violeta plomizos y colas en el ala posterior. Ha sido buscada vanamente por coleccionistas y científicos a lo largo del presente siglo, no sólo en la región de Coatepec, sino a lo largo de toda la Sierra Madre Oriental. No se conoce la causa de su aparente extinción, pero pudiera haber influido la erradicación de los bosques mesófilos de la región para el establecimiento de cafetales.
Sólo quedan el material tipo, depositado en el Museo Británico, y una pareja, procedente de la colección Mueller, en el Museo Nacional de Historia Natural.
La extinción se acrecienta en los períodos críticos que anteceden a cambios drásticos en el destino de la vida en la Tierra. Así, se han reconocido dos grandes épocas de crisis; la Permo- Triásica, que cambió el rumbo de un planeta dominado por anfibios hacia otro dominado por dinosaurios; y la Cretácica, que cambió el dominio de los anteriores por un mundo de aves y mamíferos.
Actualmente, debido al dominio que una sola especie (la humana) está imprimiendo sobre la faz del planeta, estamos enfrentando una nueva crisis que, vista desde una óptica optimista, sólo puede significar un nuevo cambio en las formas de vida que utilizaran el planeta en el futuro; pero, habría que cuestionarse, ya que el hombre es un producto del conjunto de condiciones y organismos a los que su población y actividades están presionando y extinguiendo, si nuestra especie tendrá lugar dentro de las condiciones resultantes de la crisis que provocamos.
Los sobrevivientes de nuestra irresponsabilidad se dejan ver en forma no tan velada y son, precisamente, las especies que han sabido eludir las estrategias de exterminio que, consciente o inconscientemente, practicamos contra el resto de los seres vivos. Así, podríamos aventurar que si el cataclismo biológico llegara a ocurrir, los próximos habitantes saldrían a campear por el mundo de nuestras casas, campos de cultivo, bodegas, drenajes y mercados. No sería remoto que la vida se continuara por medio de cucarachas, ratas y ratones y todas las malezas que han desarrollado estrategias para vivir subrepticiamente a nuestro lado.
Literatura consultada
Clavijero, F. J., 1980 (orig.1780). Historia Antigua de México, 7a edición. Editorial Porrúa, México, pp. 23-25.
Cortés, Hernán, 1970 (orig. 1524) Cuarta Carta-Relación en Cartas de Relación. Editorial Porrúa, México, pp. 179-185.
De la Maza, E. R. y J. de la Maza E. 1993: Mariposas de Chiapas, Serie "Chiapas Eterno", Gobierno del Estado, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. p. 129, fig. 4.
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Biól. Arcadio Ojeda, Comunicación personal.
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La desaparición de formas de vida es un hecho que se presenta paulatinamente a lo largo de la historia y que se asocia a la misma dinámica que nuestro planeta ha tenido a lo largo de su evolución. Las causas que desencadenan la extinción de una especie son muy variadas, pero podemos mencionar algunas que ya están sido identificadas y en proceso de estudio.
Uno de los principales factores de extinción consiste en que las condiciones que permiten la vida de una o varias especies se modifican, como ocurrió en nuestro país hace aproximadamente siete mil años, cuando las lujuriosas praderas que existían en el Altiplano fueron sustituidas por desiertos al entrar el período Xerotérmico. De esta manera, desaparecieron las praderas con todas sus especies vegetales y arrastraron a la extinción a una multitud de grandes herbívoros asociados: mamuts, mastodontes, camellos, armadillos gigantes, caballos y llamas. Al desaparecer los herbívoros, los grandes depredadores que dependían de su carne también entraron en crisis y se extinguieron: entre ellos tigres-sable, varias especies de lobo y chitas americanos.
Otro factor importante consiste en la depredación selectiva que una especie dominante realice sobre otras. De esta manera, entre el siglo XVI y el siglo XIX, muchas especies de herbívoros de las praderas, que habían resistido la crisis Xerotérmica se vieron presionados por la cacería que los habitantes de nuestro país practicaron sobre sus abundantísimas poblaciones y, ahora, están prácticamente reducidos a poblaciones inviables. Así, tenemos a los berrendos cuya población sumando las tres razas que sobreviven en Baja California, Sonora y Chihuahua, no sobrepasa los quinientos ejemplares.
Por una retrospectiva sobre la escasa información que se tiene de animales extintos en México, podemos ver que los primeros testimonios vivos nos los ha legado el ilustre Francisco Javier Clavijero. Desgraciadamente, estos animales fueron exterminados antes que Linneo iniciara con la sistemática investigación, por lo que carecen de nombre científico; y su estatus, así como su posición taxonómica, será siempre un misterio. El primero de ellos es difícil de definir; el segundo, parece ser una raza de perro.
"Techichi" :
"...era un cuadrúpedo que había en México el cual por su figura, semejante a la de los gozques europeos, llamaron perro los españoles. Era de aspecto triste; no ladraba jamás ni se quejaba aunque lo aporreasen. Su carne era comestible, y si creemos a los que la gustaron, de buen sabor y nutrimento. Después de la conquista de México, faltando a los españoles ganado de cuya carne se alimentaban, hicieron de aquellos cuadrúpedos el abasto de sus carnicerías, con lo cual acabaron con la especie, a pesar de ser muy numerosa".
"Izcuintepozotli" :
"...era de la grandeza de un perrillo de Malta, cuya piel era variada de leonado, blanco y negro. Su cabeza pequeña a proporción del cuerpo y que parecía unida a él inmediatamente por la suma pequeñez y grosura de su cuello. Sus ojos apacibles, sus orejas caídas y su nariz con una considerable prominencia en el medio. Desde el cuello se le levantaba una corcova, que se extendía hasta sus ancas. Su cola era tan pequeña que apenas alcanzaba a la mitad de las piernas. El país propio de este animal era el reino de Michoacán, en donde lo llamaban "abora"...". El autor indica que difería del "xoloitzcuintli" por ser mucho más pequeño y por tener pelaje; y que, para fines del siglo XVIII casi se había acabado, pero no menciona nada acerca de la causa de su desaparición.
Entre los investigadores actuales continua el registro de especies que desaparecen de nuestro país, aunque sus datos y descripciones no son tan coloridas como las de Clavijero. La situación no deja de ser dramática.
Lobo mexicano del Noreste (Canis lupus monstrabilis):
Esta subespecie de lobo se encontraba en Tamaulipas y Nuevo León, en la zona semidesértica del plano costero y las sierras y serranías. Su extinción se debió a la implacable cacería y trampeo a la que fue sometido debido a que atacaba los hatos ganaderos.
Foca monge del Caribe: (Monachus tropicalis):
Se encontraba en el Golfo de México en los cayos, arrecifes y lagunas costeras, en el siglo XVI Hernán Cortés la refiere como una especie común. Su extinción se debió a que, a partir de un naufragio ocurrido durante la conquista del reino de Pánuco en 1523 , los marinos que hacían expedición por la costa del Golfo las cazaron, para aprovisionarse de carne y grasa, hasta exterminarlas. El último lugar en donde se registraba esta especie era el arrecife de Triángulos en Yucatán. Ahora sólo nos queda el nombre de "Isla de Lobos" en las cercanías de la Laguna de Tamiahua como testimonio de su existencia.
Cóndor Norteño (Gymnogyps californianus):
Esta majestuosa ave se encontraba en las montañas del norte de Baja California. La especie se halla hoy en inminente peligro de extinción, pues aun en California su población es mínima.
Carpintero imperial (Campephilus imperialis):
Este pájaro carpintero se hallaba ampliamente distribuido en los bosques de pino desde Sonora y Chihuahua hasta Michoacán. No se ha vuelto a encontrar. Héctor Gómez de Silva indica que los ornitólogos tienen la hipótesis de que esta especie dependía para su subsistencia de los árboles más altos y viejos de los bosques, mismos que fueron los primeros en ser aprovechados por la extracción forestal. Al exterminarse los árboles viejos y corpulentos de su área de distribución el nicho ecológico del que dependía esta ave desapareció junto con la especie.
Zanate de Lerma (Quiscalus palustris):
Esta era una especie de ave endémica y restringida a la Ciénega de Lerma, en el Valle de Toluca, Estado de México. Su extinción se debió al crecimiento de la ciudad de México, ya que al utilizarse el agua de los manantiales del río Lerma para atender la demanda de agua potable de su población las áreas lacustres, pantanos y Ciénegas desaparecieron paulatinamente, y con ellos, esta ave. Anea de Schaus (Memphis schausiana):
Especie de mariposa diurna que sólo se conoce debido a unos cuántos ejemplares que fueron colectados por W. Schaus en las cercanías de Coatepec, Veracruz, a fines del siglo XIX. Era grande, la superficie dorsal negra con campos azul/violeta plomizos y colas en el ala posterior. Ha sido buscada vanamente por coleccionistas y científicos a lo largo del presente siglo, no sólo en la región de Coatepec, sino a lo largo de toda la Sierra Madre Oriental. No se conoce la causa de su aparente extinción, pero pudiera haber influido la erradicación de los bosques mesófilos de la región para el establecimiento de cafetales.
Sólo quedan el material tipo, depositado en el Museo Británico, y una pareja, procedente de la colección Mueller, en el Museo Nacional de Historia Natural.
La extinción se acrecienta en los períodos críticos que anteceden a cambios drásticos en el destino de la vida en la Tierra. Así, se han reconocido dos grandes épocas de crisis; la Permo- Triásica, que cambió el rumbo de un planeta dominado por anfibios hacia otro dominado por dinosaurios; y la Cretácica, que cambió el dominio de los anteriores por un mundo de aves y mamíferos.
Actualmente, debido al dominio que una sola especie (la humana) está imprimiendo sobre la faz del planeta, estamos enfrentando una nueva crisis que, vista desde una óptica optimista, sólo puede significar un nuevo cambio en las formas de vida que utilizaran el planeta en el futuro; pero, habría que cuestionarse, ya que el hombre es un producto del conjunto de condiciones y organismos a los que su población y actividades están presionando y extinguiendo, si nuestra especie tendrá lugar dentro de las condiciones resultantes de la crisis que provocamos.
Los sobrevivientes de nuestra irresponsabilidad se dejan ver en forma no tan velada y son, precisamente, las especies que han sabido eludir las estrategias de exterminio que, consciente o inconscientemente, practicamos contra el resto de los seres vivos. Así, podríamos aventurar que si el cataclismo biológico llegara a ocurrir, los próximos habitantes saldrían a campear por el mundo de nuestras casas, campos de cultivo, bodegas, drenajes y mercados. No sería remoto que la vida se continuara por medio de cucarachas, ratas y ratones y todas las malezas que han desarrollado estrategias para vivir subrepticiamente a nuestro lado.
Literatura consultada
Clavijero, F. J., 1980 (orig.1780). Historia Antigua de México, 7a edición. Editorial Porrúa, México, pp. 23-25.
Cortés, Hernán, 1970 (orig. 1524) Cuarta Carta-Relación en Cartas de Relación. Editorial Porrúa, México, pp. 179-185.
De la Maza, E. R. y J. de la Maza E. 1993: Mariposas de Chiapas, Serie "Chiapas Eterno", Gobierno del Estado, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. p. 129, fig. 4.
González Q. L, y M. Fuentes M., 1980. "El Holoceno de la porción central de la Cuenca del Valle de México" en Memorias del III coloquio sobre paleontología y palinología. INAH, Colección científica #86, México. pp. 185-193
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Peterson y Chalif, 1989; p. 216.
De la Maza y De la Maza, 1993; p. 129.
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